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10 estrategias anti infarto que te ayudarán a cuidar tu corazón

Año
2017
Artículo
Consejos de Salud

¿Te gustaría conocer cuáles son las 10 estrategias anti infarto que pueden ayudarte a cuidar tu corazón? Entonces, te recomendamos seguir leyendo

140.000 muertes anuales en España por enfermedades cardiovasculares son motivo suficiente para estar alerta ante una patología en la que resulta básica la prevención y la vida sana. Por eso, en Clínica Excelan, hemos pensado que es conveniente dar a conocer las principales 10 estrategias anti infarto, para que te cuides y cuides de tu salud. Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en España. En este ranking luctuoso, las enfermedades de las arterias coronarias (cardiopatías isquémicas) ocupan el primer lugar. Y, dentro de estas, el infarto agudo de miocardio es la manifestación con mayor tasa de mortalidad, sobre todo cuando no se trata de forma adecuada y precoz. El infarto agudo de miocardio (IAM) es la muerte (necrosis) de las células del corazón. Se produce cuando se obstruye alguna arteria coronaria y las células no reciben el adecuado aporte de sangre. Esta obstrucción coronaria está ocasionada por el desprendimiento de una placa de ateroma que forma un trombo o coágulo que ocluye totalmente la arteria. Si no se consigue abrir rápidamente la arteria para restablecer el riego sanguíneo, la muerte del tejido cardíaco es irreversible. En estas circunstancias, el miocardio necrótico (muerto) deja de funcionar y su lugar lo ocupa una cicatriz que no tiene capacidad de contraerse, lo que debilita el corazón. Para abrir la arteria lo más rápidamente posible, que se restablezca el flujo sanguíneo y se reduzca al máximo la extensión del infarto, se emplean dos técnicas: la angioplastia primaria (un cateterismo urgente para intentar abrir la arteria de forma mecánica) o la fibrinolisis, que consiste en inyectar un fármaco intravenoso que rompe el trombo. Lamentablemente, una de cada tres personas que sufre un infarto agudo de miocardio muere antes de recibir atención médica, porque el IAM se suele complicar con una arritmia letal.

Conozca y Controle su Presión Arterial

La presión con la que circula la sangre por nuestras arterias es el principal indicador de salud cardiovascular. Una tensión por debajo de 120/75 mmHg se considera normal y saludable; por encima de esas cifras, hasta 135/85 mmHg, ya se considera prehipertensión; y cuando la cifra supera esos parámetros entramos en la zona de riesgo: la hipertensión. Ese aumento de presión suele ser ‘silencioso’ y asintomático, pero produce daño en las arterias de todo el cuerpo y lesiones en órganos como los riñones, el cerebro, la retina o el corazón. La hipertensión arterial hace que el corazón se fuerce más para bombear la sangre, lo que causa hipertrofia ventricular izquierda; provoca que aparezcan las arritmias, y, en fases avanzadas de la enfermedad, que el corazón se debilite dando lugar a una insuficiencia cardíaca. Por eso es vital controlar de forma periódica la tensión arterial y seguir unas recomendaciones de dieta y estilo de vida. Así evitará que esta patología le amargue la vida y, si ya la padece, mejorar sus niveles de salud. Estas son: Haga una dieta sosa. Reduzca la cantidad de sal diaria a un pellizco (1,5 gramos es lo recomendable). Evite los embutidos de todo tipo, las conservas, los frutos secos, las pastillas de caldo, las salsas embotelladas y, por lo general, todos los alimentos deshidratados y precocinados, que suelen ser muy salados. Procure tomar alimentos naturales preparados en casa (carne, pescado, legumbres, verduras…) sin añadirles sal. Si come fuera de casa, pida alimentos con poca sal y retire el salero de la mesa. Así evitará caer en la tentación. Evite el alcohol. Reduzca la ingesta a menos de 20-30 gramos al día (el equivalente a dos copas de vino). Cantidades mayores favorecen la hipertensión y evitan un control adecuado de la misma. Siga los consejos del médico. Si con las dos medidas higiénico-dietéticas anteriores la tensión arterial sigue alta, tome las pastillas que su médico le indique. No caiga en la tentación de abandonar la medicación para probar a ver qué pasa; si lo hace, le volverá a subir la tensión arterial. Manténgase en su peso ideal. La mayoría de hipertensos deben reducir su peso. Si lo logran, esta medida puede ser suficiente para alcanzar los niveles adecuados de presión arterial y evitar tomar medicamentos. Haga ejercicio físico. Opte por los de tipo aeróbico (caminar, nadar, montar en bici). El beneficio es doble: así controlará la tensión arterial y será más sencillo que se mantenga en el peso ideal.

Deje el Tabaco

La tasa de tabaquismo española sigue siendo de las más altas de Europa: el 30 por ciento de la población mayor de 16 años fuma, lo que arroja una cifra de 14 millones de fumadores. Y eso que todos sabemos que causa uno de cada tres cánceres, el 20% de las enfermedades cardiovasculares y el 80% de los casos de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), además de suponer un gasto sanitario anual de 7.695 millones de euros en España. El tabaco es la primera causa de muerte evitable en nuestro entorno y, como está demostrado, un clarísimo factor de riesgo cardiovascular porque, según los estudios, un fumador tiene cinco veces más posibilidades de sufrir un infarto que un no fumador. Dejar de fumar es más importante para la salud cardiovascular que controlar la tensión arterial o el colesterol Y lo bueno que tiene es que el tabaco es el único factor de riesgo cardiovascular que depende exclusivamente de la voluntad de la persona para eliminarlo. Si sigue fumando, la probabilidad de morir en los próximos dos años es del 12 por ciento; en cambio, si lo deja ahora, sus posibilidades de seguir vivo en 2015 se acercan a las de un no fumador, el 98 por ciento. Si deja el tabaco, evitará el cáncer y la EPOC, y tendrá más capacidad para hacer las cosas que le gustan, practicar ejercicio físico, tener una vida sexual más satisfactoria y notará cómo su organismo rejuvenece en muchos aspectos. Pero dejar de fumar no es fácil. Por eso lo sensato es hablar con el médico para que le prescriba medicamentos que multiplican la probabilidad para dejar de fumar. Además, piense en términos económicos: haga cuentas, determine el dinero que ahorrará si deja de fumar y piense en qué podría emplearlo. Y un último consejo: no se inicie nunca en el hábito del tabaco; así nunca tendrá que dejarlo. Haga una dieta sosa. Reduzca la cantidad de sal diaria a un pellizco (1,5 gramos es lo recomendable). Evite los embutidos de todo tipo, las conservas, los frutos secos, las pastillas de caldo, las salsas embotelladas y, por lo general, todos los alimentos deshidratados y precocinados, que suelen ser muy salados. Procure tomar alimentos naturales preparados en casa (carne, pescado, legumbres, verduras…) sin añadirles sal. Si come fuera de casa, pida alimentos con poca sal y retire el salero de la mesa. Así evitará caer en la tentación. Evite el alcohol. Reduzca la ingesta a menos de 20-30 gramos al día (el equivalente a dos copas de vino). Cantidades mayores favorecen la hipertensión y evitan un control adecuado de la misma. Siga los consejos del médico. Si con las dos medidas higiénico-dietéticas anteriores la tensión arterial sigue alta, tome las pastillas que su médico le indique. No caiga en la tentación de abandonar la medicación para probar a ver qué pasa; si lo hace, le volverá a subir la tensión arterial. Manténgase en su peso ideal. La mayoría de hipertensos deben reducir su peso. Si lo logran, esta medida puede ser suficiente para alcanzar los niveles adecuados de presión arterial y evitar tomar medicamentos. Haga ejercicio físico. Opte por los de tipo aeróbico (caminar, nadar, montar en bici). El beneficio es doble: así controlará la tensión arterial y será más sencillo que se mantenga en el peso ideal.

Vigile el colesterol y los triglicéridos

El colesterol alto es uno de los mayores factores de riesgo cardiovascular: su presencia excesiva provoca depósitos de grasa en el interior de las arterias, lo que dificulta la circulación y hace que el corazón sufra más para bombear la sangre. Para determinar si el nivel de lípidos es elevado, el único método es un análisis de sangre, que entregará tres cifras principales: el colesterol total (una suma de todas sus fracciones) y sus dos fracciones más importantes, el colesterol HDL (o bueno), que tiene un efecto protector en las arterias, y el LDL (o malo), que favorece la obstrucción de las arterias. Y una cuarta que es el nivel de triglicéridos en sangre. Este análisis es vital en varones sanos mayores de 40 años y en mujeres mayores de 50. Pero si hay otros factores de riesgo cardiovascular (diabetes, hipertensión, tabaquismo, obesidad, antecedentes familiares, insuficiencia renal…), los controles tienen que hacerse de forma rutinaria. En función de las patologías previas y otros factores de riesgo cardiovascular, es el médico el que establece las cifras óptimas de colesterol para cada persona, aunque la Sociedad Española de Cardiología establece que las concentraciones plasmáticas de colesterol por encima de 200 mg/dl ya resultan preocupantes. Los triglicéridos, por su parte, son otro tipo de grasa que circula por la sangre y que también son un factor de riesgo coronario: lo recomendable es que sus niveles estén por debajo de 150 mg/dl. Para controlar las cifras de colesterol, reduzca el consumo de alimentos ricos en grasas, ya sean saturadas o trans, aumente el consumo de fibra, evite el sobrepeso y realice actividad física. Y para evitar que suban los triglicéridos, además de las medidas anteriores, debe evitar el consumo de alcohol y controlar la ingesta de azúcares e hidratos de carbono. Es decir, seguir una dieta mediterránea de manual. En caso de que los lípidos en sangre estén altos, el médico le recomendará ciertos fármacos, pero estos no evitan que debamos seguir unos hábitos saludables de alimentación y hacer ejercicio.

Mantenga los Niveles de Glucosa en Sangre

La diabetes es también un importante factor de riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Lo es tanto porque influye sobre otros factores de riesgo, como la dislipemia o la hipertensión, como por su propio efecto dañino sobre las arterias. Eso hace que los diabéticos tengan más riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio y que, por tanto, tengan que ser muy estrictos con el control del azúcar y los factores de riesgo cardiovascular. La mayoría de los consejos para prevenir la diabetes son los mismos que para prevenir la hipertensión y las dislipemias: vigilar el peso, seguir la dieta mediterránea, no fumar ni beber alcohol, evitar los alimentos con azúcar añadido y hacer ejercicio.

Haga Ejercicio

El sedentarismo es común en muchas profesiones; este es el principal factor de riesgo para padecer obesidad y, a su vez, uno de los principales factores de riesgo cardiovascular, a la altura de patologías como la diabetes, la hipercolesterolemia o la hipertensión. Reducir el peso mediante la práctica habitual de ejercicio ayuda a reducir el colesterol LDL, los triglicéridos, mejora el control de la diabetes y de la hipertensión. Además, el ejercicio mejora la calidad de vida.Lo ideal es realizar un ejercicio de intensidad moderada durante al menos 30 minutos diarios todos los días de la semana. Deben ser dinámicos y aeróbicos, como andar, correr, nadar o montar en bici. Las personas que no padecen enfermedades coronarias no tienen limitaciones para la práctica de ejercicio, pero siempre es recomendable realizarse un reconocimiento médico que incluya una valoración cardiovascular. Y para los mayores de 40 años con factores de riesgo cardiovascular también es recomendable realizarse una prueba de esfuerzo.

Controle el Estrés

El estrés es otro factor de riesgo que favorece la aparición de enfermedades cardiovasculares, aunque no existe unanimidad en la valoración de su importancia, entre otros motivos, porque, a diferencia de otros factores de riesgo, es difícil cuantificarlo. El estrés está considerado un factor de riesgo cardiovascular ‘menor’, aunque está claro que en situaciones con una alta carga de tensión aumenta la liberación de adrenalina y otras catecolaminas que pueden ser el desencadenante de un infarto agudo de miocardio.Para reducir los niveles de estrés, lo recomendable es llevar un estilo de vida más saludable y evitar las situaciones con una alta tensión, aunque en la coyuntura actual es más fácil decirlo que conseguirlo. Si tiene un alto nivel de estrés, trate de manejarlo adecuadamente; desgraciadamente, en su entorno laboral o familiar van a seguir existiendo situaciones estresantes y lo que debe aprender es a convivir con ellas. Pero si no se ve capaz de hacerlo solo, pida ayuda para aprender técnicas de manejo del estrés y de relajación.

Evite el Exceso de Peso

El sobrepeso y la obesidad corporal son una plaga que, en los últimos años, está contribuyendo a que factores de riesgo cardiovascular como las dislipemias, la hipertensión o la diabetes se disparen. El índice comúnmente aceptado para determinar la obesidad es el índice de masa corporal (IMC), que se obtiene dividiendo el peso por la estatura al cuadrado. El IMC ideal es de 20 a 25. Entre 25 y 30 es sobrepeso y más de 30, obesidad.La obesidad abdominal, la temida barriga, también aumenta el riesgo cardiovascular. Cuando el perímetro abdominal es mayor de 94 cm en varones y de 80 en mujeres se recomienda vigilar el peso; y cuando es superior a 103 y 88 cm respectivamente, se impone una pérdida inmediata de peso. Adelgazar, aunque solo sea un 5 por ciento del peso basal, mejora los trastornos de los lípidos y afecta favorablemente a otros factores de riesgo cardiovascular. Y para perder peso no hay milagros: todo consiste en reducir la ingesta de calorías y aumentar el gasto energético con ejercicio físico de intensidad moderada.

Cuide su Herencia

Aunque los antecedentes familiares de enfermedad coronaria precoz son factores de riesgo, eso no quiere decir que uno vaya a sufrirla. El control de los otros factores de riesgo puede, a menudo, disminuir la influencia genética y prevenir la enfermedad coronaria, incluso en personas de edad avanzada. Si usted tiene antecedentes familiares de cardiopatía isquémica precoz, ya que este es un factor de riesgo no modificable, lo recomendable es que conozca y cuide si tiene otros factores de riesgo cardiovascular; es decir, tiene que tomarse la tensión arterial para descartar hipertensión y realizarse análisis de sangre para valorar los niveles de colesterol, triglicéridos y de glucosa. Y vigilarlo de la mano de su médico. Y por supuesto, como siempre, evitar el tabaco, la obesidad y el sedentarismo.

Tome lo que le Receten

Si toma alguna medicación para el control de sus factores de riesgo cardiovascular, no deje de hacerlo sin consultar antes a su médico. No abandone las pastillas para la tensión porque usted vea que hace mucho tiempo que su tensión es normal, ni haga caso a los que digan que su tensión es demasiado baja o que está ‘descompensada’. Suspender la medicación puede provocar un aumento brusco de la tensión arterial y causar una crisis hipertensiva grave.

Y, a Partir de los 45, Sea Aún Más Cauto

Como la aterosclerosis es una enfermedad degenerativa, la enfermedad coronaria es más frecuente en personas a partir de una cierta edad, siendo la primera causa de muerte en los varones mayores de 45 años y en las mujeres mayores de 65 años. La edad es otro factor de riesgo cardiovascular que no es modificable; por este motivo, los varones a partir de los 45 años y las mujeres a partir de los 55 años deben cuidarse más. Aunque las medidas de prevención se deben iniciar desde las edades tempranas de la vida, si usted es un varón de más de 45 años o una mujer de más de 55 años, tiene que reforzar los cuidados de prevención todavía más. Tiene que evitar el sobrepeso, el tabaquismo, debe incluir el ejercicio físico en su actividad diaria, haga una dieta saludable (se aconseja la dieta mediterránea) y pida a su médico que le analice sus niveles de colesterol, glucosa y tensión arterial. Si alguno de estos factores, de riesgo cardiovascular están alterados, tiene que controlarlos estrictamente, porque sabe que está en una edad muy difícil y que el riesgo de infarto se dispara con los años.